Cuevana es una respuesta a la industria



Cada vez que se lo nombra, se insiste en compararlo con Mark Zuckerberg, el creador de Facebook. Pero hasta hace unos meses, Tomás Escobar se parecía más una versión inofensiva de Kadhafi: era imposible encontrarlo. Después de una nota en Noticiero Doce, el creador de Cuevana desapareció del mapa y, en mayo, respondía con negativas a un mail aludiendo que podía haber complicaciones en el entorno legal. Y agregaba: "Quizá la situación cambie en el futuro cercano". Parece que cambió porque desde hace unos días, se decidió a hablar con la prensa.


Tomás es sanjuanino, tiene 22 años, estudiaba ingeniería en Córdoba pero desde hace meses vive en Buenos Aires. A tono con la virtualidad de su creación, la cita de la entrevista es en un lugar concurrido: Skype. "Siempre quise guardar el perfil bajo, pero en este último tiempo cambió esa idea y empecé a aceptar las entrevistas, para que la gente conozca mejor la historia de Cuevana", explica. ¿Será porque se sienten más tranquilos con el entorno legal? "No necesariamente, es que soy un chico tranquilo, no me gusta mucho figurar en la prensa, pero pensé que era el momento para comunicar lo que la gente no sabe y se pregunta de Cuevana", añade.



Y cuenta: "Cuevana nació como un hobby y terminó explotando, imponiendo la voz del usuario respecto a qué quiere que la industria persiga. Básicamente, se trata de una nueva forma de distribución. Ahora estamos hablando con productores, con la industria, para armar un modelo de negocio que convenga a todos, tanto a los usuarios como a ellos. Ese, creo yo, es el futuro". Y aclara, por si alguno tenía dudas, que la idea es que el sitio siga siendo gratuito.



El "hobby" empezó en 2009, época en la que con unos amigos buceaban en la web para descargar, cada semana y con la avidez se los adictos a las series, el último episodio de Lost. Entonces pensaron que, en todo el mundo, eran millones de personas las que se tomaban el mismo trabajo: buscar el capítulo, descargarlo, buscar subtítulos, sincronizarlos y, recién entonces, verlo. Si tantos hacían lo mismo a la vez, tenía que haber una manera de ahorrar tiempo. Y crearon Cuevana. 



Un año más tarde, a fines de 2010, Escobar tomaba conciencia de que el hobby se había expandido gracias a un boca en boca viral por toda Latinoamérica. La confirmación llegó cuando sonó el teléfono y del otro lado se escucharon las voces de representantes de grandes productoras, ya estaban alertas a este nuevo fenómeno. "Esto nunca hubiera existido si la industria hubiera tenido una solución para mis necesidades de espectador. Cuevana siempre estuvo enfocada en el usuario y pensada para el usuario, por eso se hizo popular", añade. Hoy, Cuevana tiene más de dos millones de visitas por día. Su éxito radica no sólo en la cantidad de oferta sino en la variedad: hay desde películas pochocleras hasta filmes independientes y de culto. Ese perfil muestra también la diversidad de interés cultural de sus usuarios, que son los que suben los links que los administradores ordenan (son apenas cinco personas las que administran, una de ellas desde Córdoba).



La tecla de la ley
Sobre el reciente juicio a Taringa!, Tomás dice que no ha leído bien la sentencia aún: "Hasta dónde entiendo, es similar a la sentencia de hace unos meses, sólo que involucra a otro de ellos. Nosotros nunca tuvimos una demanda legal hasta ahora". Admite que tienen asesoramiento legal, pero, sorpresivamente, no tanto para preservarse de afrentas legales, sino para encarar los posibles acuerdos con las productoras.



Sobre el tema legal y la reciente discusión a raíz de la Ley Sinde en España, replica: "Las leyes están desactualizadas para lo que se está gestando a nivel social. Hoy la ley dice que compartir en Internet es delito, pero para la sociedad ver una película on line no lo es, por eso lo hace y cree que está bien. Nadie compara ver una película en Internet con sacar una prenda de un negocio sin pagar", argumenta.



Tomás es de los que creen que cambia todo cambia y el que no se adapta pierde: "La industria es reticente a cambiar el modelo de distribución y eso se entiende sólo en parte. No quieren matar el DVD, porque la cadena de distribución está ensamblada ahí, dicen que si se cambia dejan a gente sin trabajo. En realidad, se trata de reeducar a esa gente para que se adapten a una nueva forma de distribución, que genera trabajos por igual pero que avanza con prestaciones mejores para el usuario".



La pregunta del millón es cómo se mantiene Cuevana. Tomás no da cifras de ingresos, pero afirma que la publicidad es la fuente principal de ingresos, que más adelante los acuerdos con productoras abrirán otras posibilidades, y que lo que ingresa se reinvierte en el costo de los servidores. "Lo sigo tomando como un hobby, pero trato de reconvertirlo en una empresa, en eso estoy", finaliza.



Si en EE.UU. Blockbuster cayó y antes de desaparecer señaló con dedo acusador a Netlfix, en Argentina muchos señalan a Cuevana como el motivo que devastó a los videoclubes. En cuanto a la competencia con servicios pagos como Netflix, Tomás considera: "Son servicios distintos, el consumo es diferente, allí no está considerada la interactividad entre usuarios", explica. Y adelanta los cambios que se vienen en su página: en unos 10 o 15 días, el sitio cambiará por una versión que apelará a interconectar a usuarios, con sistemas de calificación, críticas y nuevas herramientas. 
Después de tanto usar palabras geeks y frases técnicas, es imprescindible preguntarle a quien creó la plataforma más visitada para adictos a las series, cuáles son sus preferidas. Pero convertirse en un empresario tiene su precio. "Estoy viendo Breaking bad, me gustan las comedias como Seinfeld o Friends, pero ahora veo muy poco, no tengo tiempo", concluye.



Cuevana en cifras
2.000.000 de visitas por día
2.500.000 de usuarios registrados
3000 películas y 200 series
El 50 % de las casas con Internet en Argentina usa Cuevana

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